sábado, noviembre 23, 2024
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Gobierno y disidencia de las FARC inician nuevo diálogo en Venezuela

El gobierno colombiano instaló el lunes en la capital venezolana una mesa de negociación con la Segunda Marquetalia, un grupo armado ilegal encabezado por alias “Iván Márquez”, que retomó las armas tras el histórico acuerdo de paz firmado en 2016 entre el Estado y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En un comunicado conjunto las partes aseguraron que entre el 25 y 29 de junio adelantarán el primer ciclo de diálogo en el que definirán los protocolos de la negociación y anunciarán “las primeras decisiones sobre medidas y acciones para contribuir a avanzar en el desescalamiento del conflicto”.

“El éxito de la paz y los diálogos que se inician exigen una férrea cohesión de las partes en la ruta de la salida política y en su voluntad de abstenerse de acciones que socaven la confianza mutua”, resaltó el comunicado.

El equipo negociador del gobierno estará liderado por Armando Novoa, un experimentado jurista y exmagistrado del Consejo Nacional Electoral, y la disidencia será representada por José Vicente Lesmes, conocido con el alias de “Walter Mendoza”, quien también perteneció a las extintas FARC y se rearmó junto a Márquez.

Márquez —que en mayo reapareció en un vídeo luego de meses de rumores sobre su supuesta muerte—- estuvo presente en el encuentro. Fue la primera vez que el guerrillero aparece en público tras el ataque que sufrió en 2022 y que presuntamente lo había dejado gravemente herido.

La Segunda Marquetalia nació en 2019 y está conformada por experimentados guerrilleros que formaron parte de la línea de mando de las FARC. Actualmente están bajo el mando de Márquez, cuyo verdadero nombre es Luciano Marín, quien fue uno de los jefes de la guerrilla que negociaron el acuerdo de paz hace más de siete años.

“Hoy queremos manifestar que la Segunda Marquetalia Ejército Bolivariano, bajo mi mando y su dirección colectiva, tiene toda la disposición de contribuir al logro común de la paz para Colombia”, expresó Márquez, presente en el acto.

Estas negociaciones generan resistencia ya que se hacen con detractores del acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de 2016, cuando Márquez era el segundo hombre más importante de la organización y jefe negociador.

“Márquez” abandonó un curul en el Congreso y volvió a la clandestinidad en 2019 junto a otros cabecillas alegando que el Estado colombiano los había traicionado, especialmente luego de la captura de Jesús Santrich, alias por el que se conoció a un excomandante de las desaparecidas FARC, también firmante del acuerdo de paz, a quien la fiscalía señaló de planificar un envío de cocaína a Estados Unidos, país donde era requerido por narcotráfico y que pidió su detención y extradición. Los disidentes consideraron que se trató de un “montaje” judicial.

“Han transcurrido casi cinco años desde el lanzamiento de esta nueva insurgencia en respuesta al incumplimiento y a la traición del Estado al acuerdo de paz de La Habana y el entrampamiento judicial” a Jesús Santrich, aseveró Márquez. Indicó que en consecuencia “era válido ejercer una vez más el derecho a la rebelión contra el orden social vigente”.

El jefe rebelde, empero, enfatizó que acude nuevamente al diálogo con “el más profundo anhelo de paz“.

No se puede empezar de cero

Del lado del gobierno colombiano, Novoa destacó que la negociación “no puede empezar de cero”, recordando la vigencia del acuerdo de 2016.

“Este acuerdo es un mandato vinculante, vigente, que compromete al Estado y a sus autoridades, y como han dicho distintos organismos internacionales es la ruta para caminar la senda de la paz y para el fortalecimiento del estado social de derecho”, manifestó.

La naciente mesa de negociaciones se enfrenta al reto de definir el tratamiento jurídico que obtendrían los miembros reincidentes como Márquez, quienes bajo las normas vigentes en Colombia no podrían volver a obtener beneficios judiciales. Novoa, el jefe negociador del gobierno, dijo a inicios de junio a The Associated Press que éste será un tema para examinar en las próximas reuniones con la disidencia.

La Segunda Marquetalia no es el grupo armado ilegal más poderoso en Colombia. Las fuerzas militares calculan sus tropas en más de 1.788 miembros, entre armados y redes de apoyo, por lo que lo superan en número grupos como el cártel Clan del Golfo, que se calcula está integrado por en 9.000 hombres en armas. Sin embargo, tiene influencia en la frontera con Venezuela y en el suroeste de Colombia.

En tanto, el Alto Comisionado para la Paz de Colombia, Otty Patiño, se refirió al cese al fuego, uno de los temas espinosos de la negociación, y afirmó que en el gobierno “creemos que el planteamiento que se ha hecho con la Segunda Marquetalia”, sobre bajar las hostilidades es “una gran innovación”.

“Desescalar el conflicto es una metodología nueva y creemos que será más alentadora y productiva que los ceses al fuego”, aseveró Patiño, cofundador de la extinta guerrilla M-19 donde militó el ahora mandatario colombiano Gustavo Petro en su juventud y jefe del equipo negociador del gobierno con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional, alzada en armas desde 1964.

Se trata de la tercera mesa de negociaciones con un grupo armado ilegal que instala el gobierno de Petro, el primer izquierdista en llegar al poder en Colombia, en el marco de su política de “paz total” que pretende diálogos simultáneos con actores armados y bandas ilegales. Las otras negociaciones activas se adelantan con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional y con la también disidencia de las FARC autodenominada Estado Mayor Central.

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