El Gobierno chino ha elevado su nivel de alerta tras el paso de dos buques de guerra, uno estadounidense y otro canadiense, a través del estrecho de Taiwán el pasado domingo. El destructor USS Higgins, de la Marina de Estados Unidos, y la fragata canadiense HMCS Vancouver realizaron el tránsito en lo que ambas naciones consideran una operación rutinaria para garantizar la libertad de navegación en aguas internacionales. Sin embargo, para China, este tipo de movimientos son percibidos como provocaciones que amenazan la estabilidad en la región.
En este sentido el Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación declaró este lunes que China se mantiene en “alerta máxima” tras el cruce por el Estrecho de Taiwán este domingo de navíos militares estadounidenses y canadienses.
“El destructor estadounidense Higgins y la fragata canadiense Vancouver realizaron un tránsito por el Estrecho el 20 de octubre”, declaró Li Xi, portavoz del comando, quien aseguró que las fuerzas navales y aéreas del EPL “supervisaron de cerca” la travesía y respondieron conforme a las leyes vigentesa reacción de China no es sorprendente, dado el contexto de las tensiones crecientes entre el gigante asiático y las potencias occidentales, en especial Estados Unidos. Para Beijing, la presencia de buques militares extranjeros en el estrecho de Taiwán es vista como una intromisión en lo que considera sus aguas territoriales. Aunque gran parte de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y Canadá, consideran el estrecho como aguas internacionales, China sostiene que estas operaciones son una amenaza directa a su soberanía sobre Taiwán.
Este reciente incidente ocurre en un momento delicado, poco después de que el Ejército chino concluyera una serie de ejercicios militares alrededor de Taiwán. Dichas maniobras, que incluyeron misiles y operaciones con tropas de tierra, mar y aire, se llevaron a cabo en respuesta a las declaraciones del presidente taiwanés, William Lai, quien defendió la independencia de la isla, describiéndola como una tierra de libertad y democracia. Estas palabras provocaron una firme respuesta de Beijing, que reitera constantemente que no renunciará al uso de la fuerza si es necesario para recuperar lo que considera una provincia separatista.
No es la primera vez que China recurre a ejercicios militares en respuesta a lo que percibe como desafíos a su soberanía sobre Taiwán. Desde 2022, Pekín ha intensificado sus maniobras en la región, destacándose los ejercicios en reacción a la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, a la isla. Esta visita fue considerada por China como una afrenta directa, elevando las tensiones a niveles no vistos en décadas.
El estrecho de Taiwán, que separa la isla de China continental, se ha convertido en un punto caliente en las tensiones geopolíticas en Asia Oriental. Taiwán, que se gobierna de manera autónoma desde el fin de la guerra civil china en 1949, es el principal motivo de fricción entre China y Estados Unidos. Washington mantiene una política ambigua respecto a la isla, reconociendo formalmente a China, pero proporcionando apoyo militar y diplomático a Taiwán. Además, EE.UU. es el principal proveedor de armas de la isla y ha dejado abierta la posibilidad de intervenir militarmente si Taiwán es atacado.
Para Pekín, el control de Taiwán es un asunto de máxima prioridad, y las constantes intervenciones extranjeras, como el reciente paso de los buques de guerra de EE.UU. y Canadá, no hacen sino aumentar la tensión en una de las regiones más militarizadas y vigiladas del mundo. A medida que crecen las fricciones, el estrecho de Taiwán se convierte en un espacio clave donde las rivalidades geopolíticas entre China y Occidente se hacen cada vez más evidentes, con el potencial de desencadenar un conflicto de mayores proporciones si no se maneja con cautela.
Diario Debate, Uruguay y Canal 26
